Los teléfonos móviles, pantallas o tabletas de un futuro no muy lejano serán flexibles y transparentes gracias al grafeno, un nanomaterial más duro que el diamante, más conductor que el cobre y sobre todo más barato.
El grafeno ya se está aplicando en la electrónica aunque no de forma masiva. Los investigadores calculan que su uso a gran escala, llegará en 2 ó 3 años y no solo en el mundo de las telecomunicaciones, ya se está probando su potencial en aplicaciones biomédicas, dan cuenta los recursos aportados por la Unión Europa. Bruselas invertirá 1.000 millones de euros en el estudio del grafeno en los próximos 10 años. Su investigación es, junto con la del cerebro humano, la prioridad europea en ciencia.
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